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DÍA DOS

Actualizado: 29 jun 2022

"Para que las heridas se transformen en cicatrices que muestran la gloria de Dios la sanidad debe ocurrir en las manos de Dios, no en las mías".

 

¿Alguna vez les pasó cuando niños que rompieron algo e intentaron arreglarlo para que sus papás no se dieran cuenta, pero aún así no quedó bonito y fue evidente que era un arreglo rápido e improvisado? Este ejemplo puede reflejar que muchas veces somos así con nuestra vida. Es decir, intentamos arreglar lo roto, pero no logramos dejarlo de la manera correcta y eso nos lleva a experimentar mucha frustración.


Como veíamos en el devocional de ayer, Dios nos ha hecho nuevas criaturas pero a veces nos cuesta creerlo porque nos sentimos o vemos iguales que antes, estamos dolidos e incluso sentimos que seguimos con los mismos conflictos de siempre, y por eso comenzamos a tratar de nosotros trabajar en aquello que está roto, pero no logramos tener una restauración completa ni perfecta y eso sólo trae frustración a nuestras vidas.

Es por esto, que debemos recordar que somos como vasijas de barro en manos de nuestro creador, así como dice Isaías 64:8, Dios es nuestro alfarero y en sus manos nos está formando. El Señor tiene que trabajar en nuestra vida, la restauración es un proceso que implica tiempo, no ocurre de la noche a la mañana. Debemos disponernos a que Dios tome cada trozo roto de nuestra vida para volver a moldearnos. Porque cada herida que Él sana se convierte en una cicatriz que resalta su gloria, nos recuerda lo que es capaz de hacer, nos da esperanza y fe de nuestro futuro y de ese proceso de restauración que él ya ha comenzado en cada uno de nosotros. »¡Qué aflicción les espera a los que discuten con su Creador! ¿Acaso discute la olla de barro con su hacedor? ¿Reprocha el barro al que le da forma diciéndole: “¡Detente, lo estás haciendo mal!”? ¿Exclama la olla: “¡Qué torpe eres!”? Isaías 45:9. Dejemos a nuestro creador restaurarnos, debemos entender que Él es quién nos conoce y ha decidido por amor hacernos nuevas criaturas. No es por nuestras fuerzas, sino ÉL trabajando en nosotros.


Preguntas:

- ¿Hay alguna herida o conflicto que intentaste sanar tu en tus fuerzas?¿Cómo terminó esa situación?. ¿Te cuesta esperar los tiempos de Dios?



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