Si nuestras vidas rotas pueden hacer daño también a otros, nuestras vidas restauradas por Dios pueden ser de bendición para muchas otras personas.
¿Alguna vez has tenido que limpiar los restos de un vaso roto? Siempre tiene que ser con mucho cuidado ya que los pedazos rotos pueden cortarte. A veces nosotros somos como esos vasos rotos que fácilmente y sin querer pueden hacerle daño a otros.
Nuestras heridas no nos dañan solo a nosotros, sino que también a nuestras relaciones y a la gente de nuestro alrededor. Dios no solo quiere que nosotros seamos los restaurados, sino que también podamos llevar a otros a vivir esta oportunidad con Dios. Es a través de nuestras cicatrices que también podemos ser testimonio hacia otros, mostrando que Dios se glorifica en nuestras debilidades, que Dios es capaz de sanar todo tipo de heridas. Que ese oro que ha embellecido nuestras cicatrices puedan embellecer la vida de otros también. Esto responde el Señor: —Si regresas a mí te restauraré para que puedas continuar sirviéndome. Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti! (Jeremías 15:19). Es importante que busquemos restaurar las relaciones con nuestros prójimos para ser de bendición en nuestra familia, con nuestros amigos, en nuestra iglesia, etc. Dios nos ha llamado a ser luz, a ser personas vistas por otros, para glorificar a Dios con nuestras vidas. Reconstruirán las ruinas antiguas, reparando ciudades destruidas hace mucho tiempo. Las resucitarán, aunque hayan estado desiertas por muchas generaciones. Isaías 61:4. Dios nos quiere restaurar no solo para que tengamos un beneficio personal, sino que quiere llegar a todos quienes todavía no lo conocen y no han podido experimentar su restauración.
Pregunta:
- ¿Qué relación deberías restaurar el día de hoy? ¿Hay alguien con quien Dios te ha llamado a ser de bendición pero todavía no lo has hecho?
Comments