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DÍA TRES

Dios puede sanar y restaurar aún las heridas “imposibles” de sanar

 

En Jerusalén había un estanque que se llamaba Betesda. Al lugar concurría mucha gente que estaba enferma porque se creía que, de vez en cuando, descendía un ángel a mover las aguas y quien llegara primero al estanque sería sano. Había allí un hombre paralítico que llevaba en ese lugar 38 años, pero aún no se sanaba. Jesús un día llegó a ese lugar, lo vio y le preguntó si quería ser sano y él, al contrario de lo que no esperaría, respondió: No tengo quién me lleve al estanque.


Quizás muchos de nosotros estamos como este hombre, viendo la razón o la causa que hace imposible que sea restaurada nuestra alma o sanado nuestro cuerpo.

Porque hay heridas tan profundas o cicatrices que no han logrado sanar que nos llenan de dolor y desesperanza. Al pueblo de Israel le estaba ocurriendo lo mismo, en Jeremías 30:12, Dios describe “Tu herida es incurable, tu mal no tiene remedio. No hay quién se ocupe de ti; no hay quien te cure las heridas, y no tienes curación.” Y esta es la realidad que muchos podemos estar sintiendo hoy. Humanamente, muchas heridas que tenemos en nuestra alma y en el cuerpo no encuentran alivio.


Pero luego de exponer Dios lo anterior, Él da una promesa tremendamente hermosa y esperanzadora a Su pueblo diciendo: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice el Señor; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.” Jeremías 37:17.

Esto nos revela que Dios quiere y puede restaurar nuestro interior y sanar nuestras heridas. Y si conocemos a alguien que sabe de heridas, es Jesús. Dios mismo fue herido por nuestra rebeldía y maldad en la cruz, nadie más que Él puede entendernos y nadie más que Él puede curarnos.


¿Saben cómo termina la historia del paralítico en Betesda? “Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.”

Por más que veas como imposible la sanidad en las heridas profundas y dolorosas que puedas tener, Jesús sí puede hacerlo.


PREGUNTAS:

- ¿Has pensado que tienes heridas que son incurables? O quizás eres testigo de que Dios te ha sanado en un área pero hay otra que crees que no podría hacerlo?

- ¿Confías en que Jesús sí quiere restaurar y sanar TODAS tus heridas?

- ¿Quieres ser sano?



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